Meditación y mindfulness

Meditar no consiste en dejar la mente en blanco, ni tampoco en relajarse o en aislarse del mundo para instalarse en el propio. De forma resumida, podemos decir, que se trata de observar. Una observación, sin juicios ni expectativas, que se posa en el momento presente y que puede realizarse tanto en movimiento (mindfulness), como desde la quietud (meditación formal).

Entrenar la atención de forma consciente, nos ayuda a identificar todo aquello que hacemos de forma automática y que nos puede estar limitando, además de aportarnos una gran cantidad de beneficios (a todos los niveles), ampliamente reconocidos por la neurociencia:

Aumenta el flujo sanguíneo y reduce la frecuencia cardíaca, disminuye la tensión muscular, reduce el estrés, alivia el dolor, aumenta el nivel de energía, mejora la capacidad de aprendizaje y la memoria, aporta estabilidad emocional, aumenta la creatividad y la capacidad para resolver problemas complejos, desarrolla la empatía y el comportamiento social, amplía el sentido de identidad, la sensación de conexión, así como la coherencia interna y externa, entre otros.

Por todo ello, considero importante la introducción y el desarrollo de esta práctica en la comunidad educativa, con el fin de dar respuesta a las necesidades que en ella se generan.